domingo, 8 de marzo de 2009

QUÉ TENDRÁ LA PALABRA QUE TANTO ASUSTA....

Quiero publicar aquí un artículo aparecido en el diario Información de hoy que me parece sintomático de los tiempos que corren. Y felicitar a su autor, por la defensa de la libertad de expresión que tanto nos ha costado ganar.

"Nadie me advirtió que escribir tenía riesgos. Y más riesgos en este periódico. Nadie me indicó la falta de libertad que se rezuma por estos lares. Yo me puse a escribir desde la libertad. Pensando que la libertad no tiene precio, no está tasada.

FRANCISCO SÁNCHEZ Escribir en libertad es como decir que el agua es transparente. Algo obvio. Pero no. De repente, mis artículos empezaron a molestar al poder valenciano. Sin tardanza, estuvieron mareando a mis jefes para ver si me dejaba este diario. Es fórmula sencilla.
Intentas jugar con el pan del escribiente, y el escribiente se acurruca, o se cambia a tu bando. Ninguna de las dos cosas ha sucedido. Mis jefes me siguen respetando, y este periódico también. No es la primera vez que sufro el ataque de los políticos. En el otro bando, o banda, en el PSOE, ya me lo hicieron también. Un alcalde, de entonces, envió cartas a mis jefes porque me metía, él decía de un modo inapropiado, con un compañero suyo, alcalde de otra localidad. Tengo la carta.
Es decir, a los políticos les pago yo. Perdón, les pagamos usted y yo. Y ellos utilizan su sueldo para jugar contra el mío. Su nómina domiciliada para recortar, o eliminar, la mía. No ha pasado. Pero, ¿lo entienden? Se les llenará la boca de libertad, mientras juegan con ella. En vez de estar entretenidos con el "mercado de mandarinas" que tienen, se ocupan de llamar y "preocuparse" de un pobre escritor de provincias dominical.
Nadie me advirtió, pero me lo imaginaba, que el poder engrasa toda su maquinaria para que no exista crítica. Y de sopetón, yo que les voto a ellos, digo lo que no quieren oír. Y además les pago. La democracia no es votar cada cuatro años y ancha es Castilla. La libertad de expresión es magna idea. Innegociable. Intocable. Insobornable.
Nadie me advirtió de lo que suponía ser director del Instituto Gil-Albert. Nadie me dijo que me llamaría tanta gente para felicitarme, pero lo han hecho. Me llamaron más personas de la izquierda ideológica. Pero nadie me avisó que la envidia sería tan mala. Que haya gente que se levante todas las mañanas deseando el mal a los demás, o que a los demás nos deseen que no nos pasen cosas buenas, tiene guasa. Yo me levanto todas las mañanas pensando en mi gente; mi familia, mis amigos, mis alumnos y mis compañeros del CEU. No es coña. Será un principio cristiano, o de boy scout que fui. Que seguramente he heredado de mis padres. A mí los que no me caen bien, ni siquiera me interesan para lo malo. Los borro. Disonancia cognitiva, lo llaman. Cuesta mucho vivir con tantas olas marinas, que hacer el mal debe de ser muy esforzado. Y debe cansar un "güevo" ser envidioso. Te debe roer interiormente. No me pasa. Me dedico a disfrutar de los gratos momentos que me ofrecen mis experiencias vitales, que son maravillosas y muchas.
Referencio aquí una anécdota. El genial torero Curro Romero caminaba vestido de luces por el ruedo. Ese día no había estado brillante. Había abreviado. A Curro no le gustaba hacer perder el tiempo cuando no había posibilidad. Bronca. Un señor en el tendido siguió increpándole. Le dijo de todo, menos bonito. Al señor se le veía la vena del cuello inflamada. Se puso rojo de gritarle al maestro. Mientras Curro se lavaba las manos, miró al tendido. Seguía echando sapos y culebras el pobre espectador. Curro sentenció a su mozo de espadas, el inefable Gonzalito, "¡uf!, hay que ver el mal rato que está pasando la pobre criaturita ésa". Pues eso. Yo miro al tendido y digo, qué mal rato pasan los pobres envidiosos. No hay necesidad de que se te noten las venas de la maldad.
No debería haber perdido ni un solo minuto en escribir este artículo, pero nadie me advirtió que 700 palabras cada domingo supusieran tanto riesgo. Pero ya son tantos domingos que vale la pena seguir. Todo sigue igual: mi trabajo, mi familia, y mis amigos. Denme una oportunidad en el Gil-Albert y pídanme lograr que el Gil-Albert sea de todos. Que El Quijote me anime: Ladran, luego cabalgamos. Advertidísimo quedo. Y ustedes que lo vean.

Francisco Sánchez es profesor universitario de Administración y Dirección de Empresas."

No hay comentarios:

Publicar un comentario