La mañana de hoy empuja a sentarse frente al ordenador y a la melancolía. Tanto gris como como se mete por los ojos coincide con el gris virtual de las reflexiones que no se pueden evitar, y el resultado, los pensamientos que afloran, se acercan al negro.
Me pregunto, por ejemplo, ¿hasta donde llega el aforamiento de los cargos políticos? Si alguien lo sabe que me lo diga, por favor. Pueden robar, prevaricar, engañar, mentir, y ¿no se les puede tocar? ¿O quizá también pueden matar sin que pase nada? Y no me estoy poniendo trágica. Es que resulta vergonzoso, infumable, atenta contra toda lógica, que por ser diputado o conseller o alcalde, o lo que sea, tengan protección de la justicia para delinquir.
Me duele como ciudadana y como concejala y firmaré cuantos manifiestos o peticiones o mociones que exijan que se cambie una ley que atenta contra la propia base de la democracia que, si no recuerdo mal dice entre otras cosas, que todo el mundo es igual ante la ley.
domingo, 15 de febrero de 2009
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