domingo, 22 de noviembre de 2009

PRESENTACIÓN GIOCONDA BELLI

Estuve allí, y tuve el placer de oir y ver a una gran poeta y más grande mujer. Nos relató breves pinceladas de su agitada vida, combinadas con la lectura de algunos de sus poemas, sin olvidar, puesto que es la base de su actitud ante la vida, su lucha por su país y por la convicciones de la izquierda en todo el continente americano. Su lucha de izquierdas que la llevó al exilio después del éxito de la izquierda, ¿qué curioso, no? Para reflexionar.

60 años espléndidos, llenos de amor, sensualidad, lucha guerrillera, defensa de lo femenino, rescate de sus raíces, etc...

Os transcribo uno de los poemas que a mí, particularmente, más me gustan de su libro APOGEO (Colección Visor de poesía)

MUJER IRREDENTA

Hay quienes piensan
que he celebrado en exceso
los misterios del cuerpo
la piel y su aroma de fruta.

¡Calla, mujer! -me ordenan-
No nos aburras más con tu lujuria
Vete a la habitación
Desnúdate
Haz lo que quieras
Pero calla
No lo pregones a los cuatro vientos.

Una mujer es frágil, leve, maternal;
en sus ojos los velos del pudor
la erigen en eterna vestal de todas las virtudes.
Una mujer que goza es un mar agitado
donde sólo es posible el naufragio.

Cállate. No hablés más de vientres y humedades.
Era quizás aceptable que lo hicieras en la juventud.
Después de todo, en esa época, siempre hay lugar para el
desenfreno.
Pero ahora, cállate.

Ya pronto tendrás nietos. Ya no te sientan las pasiones.
No bien pierde la carne su solidez
debes doblar el alma
ir a la Iglesia
tejer escarpines
y apagar la mirada con el forzado decoro de la menopausia.

Me instalo hoy a escribir
para los Sumos Sacerdotes de la decencia
para los que, agotados los sucesivos argumentos,
nos recetan a las mujeres la vejez prematura
la solitaria tristeza
el espanto precoz a las arrugas.

¡Ah! Señores; no saben ustedes
cuánta delicia esconden los cuerpos otoñales
cuánta humedad, cuánto humus
cuánto fulgor de oro oculta el follaje del bosque
dónde la tierra fértil
se ha nutrido de tiempo
.

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