sábado, 1 de mayo de 2010

¡QUÉ TRABAJOS NOS MANDA EL SEÑOR!

Así reza una famosa frase de zarzuela, y así me siento hoy, día 1 de mayo, día del trabajo. Sí, de ese cada vez más escondido en las profundidades de la economía sumergida, por ejemplo, o de ese cada vez más entendido como un castigo divino del que hay que escaquearse, o de ese del que a día de hoy carecen tantos millones de personas, o de ese que (aunque algun@s de vosotr@s consideréis inexistente) tenemos que realizar los que, provisionalmente, nos dedicamos a la "cosa" pública, o sea a la política, para el que hay que tener mucho estómago.

Diréis: "no te quejes, lo has escogido libremente". Efectivamente, y esa libertad es la que me da derecho a expresar públicamente el deterioro, la incompetencia, la pérdida de valores, el pasotismo, la falta de imaginación, la prepotencia, la ignorancia cuando no la corrupción (por otra parte, reflejo de la sociedad que los sustenta) de las personas que tienen obligación de gestionar los intereses generales en representación de los votantes.

Y como mi "trabajo" se circunscribe a El Campello, a sus gobernantes me refiero. El Sr. Alcalde y su Equipo de Gobierno, con mayoría absoluta desde las últimas elecciones, no gobiernan ni gestionan, simplemente manejan, como si de su hacienda se tratara, un corralito llamado Ayuntamiento, para mayor gloria de ell@s mism@s y de sus clientes (porque cuando los votantes se compran se convierten en clientes).

Y a pesar de la impunidad que les da su mayoría absoluta no son capaces de, al menos, pasar desapercibidos y mostrarse magnánimos en sus decisiones. Claro que eso implica tener una inteligencia de la que carecen de forma evidente.

Estando como estoy en la oposición podría quedarme ahí en la reflexión, intentando restarle votos al PP, pero no lo haré. La impotencia y la indignación que produce el "trabajo" diario frente a un muro cada vez más crecido en prepotencia y maneras antidemocráticas, adobadas de mala educación, desanima al más pintado, y se necesita muchas dosis de ilusión, esperanza, confianza en sí misma y en las ideas que viene defendiendo durante toda su vida, para seguir en la brecha.

Volveréis a decir: "ya veríamos si gobernárais vosotr@s, tod@s sois iguales". La duda es razonable visto lo visto.

Pero os diría lo que le repito últimamente a mis hijos: "¿conocéis otro sistema?, convencedme que el sistema se puede cambiar por otro mejor y yo me pondré a defenderlo como defiendo ahora el que tenemos".

NUentras tanto, seguiré tomando la papaya para combatir el ardor de estómago y relajándome frente al mar mientras el hipérico me devuelve el ritmo cardíaco a la normalidad.

Y por supuesto, seguiré "trabajando".

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